Motivación

Hola, ¿Cómo estás? 😊

Qué sensación tan chula es la de levantarse por las mañanas con ilusión, con ganas de estrenar el día.

El salir de la cama, poner los pies en el suelo, asearse… tatareando una canción y moviéndose al ritmo. Contenta/o, como si una varita mágica te hubiera vestido con su hechizo.

Parece que es la típica escena de película, eso que no pasa en la vida real.

Seguramente la escena de intentar despegar los ojos, apagar el despertador de cualquier manera, arrastrarse hasta el baño, te resulte más familiar.

Estoy segura de que si te preguntara qué escena escoges, sin dudarlo, apostarías por la primera. Y si te preguntara con cual te identificas, posiblemente sería con la segunda.

Vivir la vida con motivación, es caldo de cultivo, buena siembra, para  estar en disposición de que las cosas y lo que nos va pasando, salgan bien.

Cuando  tenemos motivación, parece que estamos cargados de energía.

 Todo cuesta menos.

 Lo negativo, pasa desapercibido, o por lo menos, sin demasiada intensidad.

Cualquier detalle puede ser motivo de sorpresa, de agradecimiento, de arrancarnos una sonrisa.

Qué ojos se le ponen a un/a niño/a cuando abre un caramelo, o descubre que presionando un botón, la luz se enciende. O entrando y saliendo de una tienda, las puertas se abren y cierran de forma automática. Qué alegría tan grande cuando papá o mamá  o alguien a quien quieren, llega a casa o les recoge por sorpresa del cole. Cualquier detalle es motivo de llenarse de vida.

Su capacidad por ilusionarse, llenar de motivación el día, de pequeñas cosas,  es enorme.

¿Qué nos pasa a los adultos, que vamos con caras largas, con la tensión en el cuerpo y tan ocupados de tantas cosas, que no nos aportan ni sorpresa, ni chispa para vivir?

La motivación, aunque es algo que está ahí, tantas veces hay que ir a buscarla. Hay que ir a su encuentro, y hacer un esfuerzo – mayor o menor- para encontrarla y revestirnos de ella.

Hay que estar dispuesto/a a apagar las brasas de la negatividad, del victimismo, de la queja.

Hay que estar dispuesto/a a  soplar en esas pequeñas brasas de agradecimiento, merecimiento, cariño.

Cuando cada uno/a determina, toma la decisición de acallar las voces internas y externas que le tiran para abajo y le restan, y por el contrario decide  subir el volumen de aquello que le aporta energía y ganas de vivir, la misma realidad, es totalmente distinta.

Es la escena que te comentaba al principio,  el mismo hecho de despertarse y levantarse, haciendo externamente lo mismo, puedo ser radicalmente distinta en el interior. Puedes estar ya abatido antes de comenzar, o con ganas de estrenar el día.

¿Cómo concretar este cambio? ¿Cómo conseguir que en lo que hago a diario haya esa motivación?

Hay muchas formas en general, y muchísimas más en particular. Cada persona es un mundo. Y cada situación también.

En primer lugar, hay que estar dispuesto/a a cambiar de actitud.

De vez en cuando viene regalado un plus de motivación, y casi siempre es algo que proviene de poner un poco- o un mucho- de esfuerzo.

De tomar la decisión- determinación- de ver qué hay de positivo en esa situación, agradecerlo, y como consecuencia, viene el poder disfrutarlo.

“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad” (Viktor Frankl)

Suelo decir que hacer el esfuerzo para optar por la respuesta que me lleva al crecimiento personal y por lo tanto a la satisfacción y bienestar es costoso, pero es mil veces más costoso tener que soportar cada segundo del día, por estar en un modo permanente de desmotivación. ¡Esto si que es un esfuerzo!

Comparto algunas formas prácticas para insuflar motivación en el día a día:

Cuida el momento de despertarte. Enfocar el día en una dirección positiva o negativa es crucial, para que lo que viene después vaya en una u otra dirección. Trucos sencillos y prácticos son poner música, decir una frase que te guste y resuene. Agradecer que estás vivo/a y tienes el regalo de un nuevo día. Para ello es importante cuidar el descanso, tanto en calidad como en cantidad.

“Ajusta” el día a primera hora . Imaginar el día detallando cada compromiso, acción que tienes que hacer, y restar intensidad y drama  a aquello que se te hace cuesta arriba, e intensificar, dar colorido a aquello que te gusta o disfrutas, es algo que te ayuda a levantarte con mayor o menor energía. De tí depende en qué y cómo enfocas el día.

Sonrie. Es algo sencillo y al mismo tiempo muy difícil cuando no sale de forma natural. Pero el beneficio que aporta es increible, no se hace esperar.

Huye de la rutina. Rutina  es hacer lo mismo con el mismo aburrimiento de siempre. Mira a ver qué puedes descubrir de nuevo, haciendo lo mismo. ¡Siempre hay algo!.

Descubre qué hay de positivo  detrás de cada situación. En toda situación puede existir  una parte negativa y otra positiva. Pero la positiva siempre existe, aunque puede estar camuflada. De cada uno/a depende descubrirla. No es ser falso, ni ingenuo. Es ser realista y hábil para quedarse con la parte que aporta y sobre la que facilita el poder caminar hacia un mejor futuro y además disfrutándolo. 

Deja de quejarte.  La queja es una fisura segura para  que la motivación no pueda fructificar. Quejarse es protestar, ya sea externa o internamente. De lo que sea: personas, situaciones, carencias, comentarios, cosas, etc.  Observa si eres de esas personas que se quejan de forma habitual. Y si ves que eres quejica, tranquilo/a. Pero hay que cambiar.  Concreta algo en lo que vas a dejar de hablar en negativo, por ejemplo, tal situación, y ves ampliando: gana  terreno poco a poco a la positividad y deja que mengüe la negatividad .

Toma acción. Sí o sí, hay que tomar acción. Es lo que marca la diferencia. Quedarse en la teoría o buenas intenciones, no tiene grandes resultados. En cambio si, día a dia, decides poner en práctica alguna o varias de las propuestas  indicadas, y mantenerlas en el tiempo, verás como la motivación está presente en tu vida, y todo va adoptando un color mucho más agradable y disfrutón. Además, a medida que creces en positividad, cuesta menos, seguir haciéndolo. ¡Y el panorama es tan diferente!

Sin duda, ¡vale la pena!

Un abrazo,

Eva

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